¿Qué nos pasa a veces con nuestros hijos, que sentimos que se alejan emocionalmente, que ya no nos cuentan lo que les pasa, que se irritan con mucha facilidad, que buscan refugio constantemente en sus amigos o en las redes sociales? Todo esto nos desconcierta, porque pensamos: ¿qué está pasando si yo los quiero un mucho, los cuido, me preocupo por ellos y son mi prioridad? Muchas veces no se trata de falta de amor sino de una desconexión silenciosa que se va dando poco a poco, casi sin que nos demos cuenta.
Desde un punto de vista psicológico, el amor por sí solo no basta para sostener un vínculo emocional seguro. Es necesario comunicarlo de manera efectiva, y no solo con palabras —que también son importantes—, sino a través de hábitos y conductas consistentes que transmitan esa cercanía y cuidado. Cuando los adultos crean conscientemente rutinas, gestos y formas de interacción coherentes, ese vínculo de amor se vuelve palpable y confiable: se establece un canal de seguridad emocional que ayuda al niño a sentirse protegido, acompañado y comprendido, incluso cuando el mundo exterior resulta confuso o desafiante.
Esta seguridad emocional suele crearse de manera natural cuando nuestros hijos son bebés. En esa primera etapa, el vínculo surge casi de forma instintiva, porque las necesidades del niño son evidentes: ser alimentado, sostenido y protegido. La presencia constante de los cuidadores genera así una base de apego seguro. Sin embargo, a medida que los niños crecen y se vuelven más autónomos, mantener ese vínculo requiere de nuevas estrategias conscientes.
Los cambios en la vida familiar y social que vivimos hoy tampoco ayudan, ya que han desdibujado muchos de los espacios que antes facilitaban esta conexión: los padres trabajan más fuera de casa, el tiempo compartido es limitado y el cuidado suele centrarse en lo práctico más que en lo emocional. Como consecuencia, los adultos estamos con frecuencia menos disponibles emocionalmente, y esa falta de presencia genera desorientación en los hijos. Estar emocionalmente disponible no es simplemente una cuestión de tiempo, sino de emplear las estrategias adecuadas: gestos, hábitos y conductas que permitan que los niños sientan que siempre pueden regresar a un espacio seguro y confiable, aunque el mundo exterior sea complejo.
En definitiva, no se trata de hacer más, sino de hacerlo mejor.
El peligro de no tener un vínculo emocional fuerte
El problema de que el vínculo de apego se debilite es que los hijos, casi sin darse cuenta, empiezan a buscar esa conexión y ese apoyo emocional fuera del entorno familiar. El grupo de amigos, las redes sociales o los videojuegos se convierten entonces en “soluciones de emergencia”, que pueden ofrecer compañía momentánea, pero nunca reemplazan la estabilidad ni la seguridad que brinda un adulto disponible emocionalmente. Al apoyarse en estas alternativas, los niños y adolescentes carecen de referentes con la madurez necesaria para orientarlos, lo que puede dificultar su desarrollo emocional: su identidad y su capacidad de autorregulación se ven afectadas, y con ello aumenta el riesgo de angustia, ansiedad, impulsividad o rechazo hacia la autoridad.
Por lo tanto, podríamos decir que criar es, ante todo, establecer una relación; la paternidad y la maternidad no son simplemente un conjunto de conocimientos, sino una conexión emocional profunda, un vínculo emocional que no se aprende de manera automática, sino que se cultiva día a día. A medida que los hijos crecen, esta conexión requiere escucha, validación y tiempo compartido, hábitos conscientes que refuercen ese espacio seguro y confiable. Construir un vínculo profundo se convertirá en la base emocional de tus hijos.
Sabemos que educar es una de las tareas más exigentes que existen, que demanda energía, paciencia y atención, pero criar con apego es posible, incluso en medio del caos de la vida moderna, y, además, es una de las experiencias más gratificantes y enriquecedoras que existen.
Por eso, si quieres profundizar más en este tema y aprender estrategias sencillas para mantener y fortalecer el vínculo emocional con tu hijo a medida que crece, te invitamos a descargar la guía que hemos creado desde Madreperla, validada por el psicoterapeuta Rafa Guerrero. En ella encontrarás pautas prácticas, consejos y algunas “recetas emocionales” para seguir regando, manteniendo y cultivando ese vínculo que hoy estás construyendo con tanto amor. Porque el apego se cuida, se nutre y se fortalece cada día.
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Y, recuerda siempre: si en algún momento sientes que no puedes, pide ayuda. No hay vergüenza en ello; reconocerlo a tiempo puede prevenir problemas mayores en el futuro. Criar no se hace en soledad; se hace con tribu, con recursos y con apoyo.